MADRID 2004
TOROS-MADRID 2004 corrida del martes 11 de mayo
Tarde aburrida y pasada por agua
MADRID.- Poco toreo, en Las Ventas, fundamentalmente por culpa de los toros, que no dieron facilidades a los toreros, aunque lo peor fue la incomodidad de soportar la lluvia en el tendido.
Ganadería: Toros de "Astolfi", bien presentados, parejos y muy astifinos, en general complicados. Sólo "sirvieron" el dócil primero y el bravucón cuarto.
Luis Miguel Encabo: estocada (silencio); y dos pinchazos (ovación).
Eugenio de Mora: media tendida y estocada (leves pitos); y pinchazo, estocada corta y descabello (silencio).
El Cid: pinchazo y gran estocada (ovación); y dos pinchazos, estocada y descabello (palmas de despedida).
Incidencias: La plaza registró algo menos de tres cuartos en tarde lluviosa, con agua en los dos primeros toros.
--------------------------------------------------------------------------------
Ni público ni toreros se quieren perder el San Isidro taurino. A todo el mundo le apetece estar en la feria, los del tendido porque no deja de ser el gran espectáculo taurino con diferencia, y los profesionales porque aquí es donde se coge cotización. Así que se suceden los llenos todas las tardes. Pero a veces hay motivos más que de sobra para una suspensión. Esta tarde, por ejemplo, con el ruedo prácticamente como un barrizal, y agua a la hora del paseíllo.
Los toreros sabrán si les compensan echar para adelante en circunstancias así, porque luego la verdad es que arriesgan también solo lo justo. El público paga y se moja, y a la calle sin haber visto gran cosa. El Reglamento defiende a todos menos al cliente, que una de dos, o se queda mojándose, o se va renunciando al importe del billete.
El primero no se comía a nadie
Encabo, por ejemplo, salió del paso sin despeinarse. El animal dócil y en el límite de las fuerzas, aunque con dos pitones de aquí te espero como el resto de la corrida, sin embargo no se comía a nadie.
El cuarto fue el toro de la tarde, aunque no completo. Duró poco, pero con lo bueno que tuvo, bravo en el caballo, arrancándose de largo en el caballo, y con catorce o quince arrancadas humillando en la muleta, debieron ser suficientes para haber llegado más lejos de lo que Encabo fue capaz. La verdad es que el astado "cantó la gallina", pues terminó echándose en chiqueros con solo dos pinchazos.
Eugenio de Mora, el más flojo
Pero con todo, el que menos arrestos puso fue Eugenio de Mora, molesto por el viento y el propio toro, que echaba la cara arriba en su primero, estuvo el tiempo mínimo para demostrar a la parroquia que allí no había posibilidades.
Con el quinto, mirón y de medias arrancadas, tras sufrir un derrote, abrevió sin más.
El Cid apechó con el peor lote, lo que no fue óbice para que el hombre le echara todas las ganas del mundo. Lo intentó con muchos arrestos en su peligro primero, un toro que amagaba constantemente y rebañaba por los dos pitones. No había tomado la muleta cuando ya se había vuelto. Aun así el hombre intentó lo imposible. Y mención especial para la estocada en éste a pesar del pinchazo previo.
El sexto fue otro "regalo", siempre muy pendiente del torero. Lo bueno del Cid es que no se agobió en ninguno de los dos.
Tarde aburrida y pasada por agua
MADRID.- Poco toreo, en Las Ventas, fundamentalmente por culpa de los toros, que no dieron facilidades a los toreros, aunque lo peor fue la incomodidad de soportar la lluvia en el tendido.
Ganadería: Toros de "Astolfi", bien presentados, parejos y muy astifinos, en general complicados. Sólo "sirvieron" el dócil primero y el bravucón cuarto.
Luis Miguel Encabo: estocada (silencio); y dos pinchazos (ovación).
Eugenio de Mora: media tendida y estocada (leves pitos); y pinchazo, estocada corta y descabello (silencio).
El Cid: pinchazo y gran estocada (ovación); y dos pinchazos, estocada y descabello (palmas de despedida).
Incidencias: La plaza registró algo menos de tres cuartos en tarde lluviosa, con agua en los dos primeros toros.
--------------------------------------------------------------------------------
Ni público ni toreros se quieren perder el San Isidro taurino. A todo el mundo le apetece estar en la feria, los del tendido porque no deja de ser el gran espectáculo taurino con diferencia, y los profesionales porque aquí es donde se coge cotización. Así que se suceden los llenos todas las tardes. Pero a veces hay motivos más que de sobra para una suspensión. Esta tarde, por ejemplo, con el ruedo prácticamente como un barrizal, y agua a la hora del paseíllo.
Los toreros sabrán si les compensan echar para adelante en circunstancias así, porque luego la verdad es que arriesgan también solo lo justo. El público paga y se moja, y a la calle sin haber visto gran cosa. El Reglamento defiende a todos menos al cliente, que una de dos, o se queda mojándose, o se va renunciando al importe del billete.
El primero no se comía a nadie
Encabo, por ejemplo, salió del paso sin despeinarse. El animal dócil y en el límite de las fuerzas, aunque con dos pitones de aquí te espero como el resto de la corrida, sin embargo no se comía a nadie.
El cuarto fue el toro de la tarde, aunque no completo. Duró poco, pero con lo bueno que tuvo, bravo en el caballo, arrancándose de largo en el caballo, y con catorce o quince arrancadas humillando en la muleta, debieron ser suficientes para haber llegado más lejos de lo que Encabo fue capaz. La verdad es que el astado "cantó la gallina", pues terminó echándose en chiqueros con solo dos pinchazos.
Eugenio de Mora, el más flojo
Pero con todo, el que menos arrestos puso fue Eugenio de Mora, molesto por el viento y el propio toro, que echaba la cara arriba en su primero, estuvo el tiempo mínimo para demostrar a la parroquia que allí no había posibilidades.
Con el quinto, mirón y de medias arrancadas, tras sufrir un derrote, abrevió sin más.
El Cid apechó con el peor lote, lo que no fue óbice para que el hombre le echara todas las ganas del mundo. Lo intentó con muchos arrestos en su peligro primero, un toro que amagaba constantemente y rebañaba por los dos pitones. No había tomado la muleta cuando ya se había vuelto. Aun así el hombre intentó lo imposible. Y mención especial para la estocada en éste a pesar del pinchazo previo.
El sexto fue otro "regalo", siempre muy pendiente del torero. Lo bueno del Cid es que no se agobió en ninguno de los dos.
3 comentarios
Anónimo -
villo -
Axel -
Se cumplira este añorado evento en el cual se vestiran de luces este trio de matadores?
Nos beneficiara el destino con tal espectaculo?
Seremos merecedores de tal honra y satisfaccion?